19 diciembre 2013

Crónica de un viaje al NOA 9/10: Coctaca y Hornocal


Cuando estaba en Humahuaca pasé por la agencia Ser Andino,  una de las dos o tres que allí funcionan. No tenían ninguna excursión planificada para esos días, ya que había muy pocos turistas, con lo que quedé un poco desilusionada. La dueña de la agencia, que casualmente es la hija de los dueños del Hostal de Uquía, me dio un folleto donde figuraba una serie de excursiones a lugares que yo ni siquiera sabía que existían.

Un par de días después, me llamó a Uquía para avisarme que al día siguiente saldría una excursión de medio día a "Coctaca y Hornocal". "Y, bueno", dije yo, sin estar muy convencida, pero solo para no quedarme todo el día sin descubrir un lugar nuevo. Entonces, don Raúl me contó de qué se trataba. 

Las ruinas de Coctaca se hallan a nueve kilómetros de Humahuaca y son los restos de un emprendimiento agrícola que los aborígenes de la zona desarrollaron en tiempos prehispánicos. Se calcula que allí trabajaron miles de personas y la cantidad de alimento que se producía excedía ampliamente las necesidades de los habitantes de la región. El lugar fue abandonado debido a un fuerte cambio climático que afectó los cultivos. Hoy solo sobreviven los restos de los enormes andenes de cultivo y de alguna otra construcción. 
Foto
Ruinas de Coctaca

Recorrimos Coctaca con Juan Pablo, el guía de Ser Andino en su vieja camioneta Ford, y una pareja muy joven de Buenos Aires.  

Las ruinas impactan por su extensión y, al verlas, es fácil imaginarse el trabajo que se generaba en la región y la complejidad con que la construcción fue concebida. 

En el camino nos acompañó Santiago, un nene de Coctaca. Como todos los chicos de esta región, al principio nos costaba hacerlo hablar, pero después de unos cuantos caramelos, empezó a caminar a mi lado y a contarme sobre el lugar donde vive y cómo es su vida. Tiene nueve años, es hincha de Boca y de Riquelme, va a cuarto grado, no le gusta la maestra que le tocó este año y en esos días no tenía clases porque los docentes estaban de paro. Que tiene ovejas, cabras, un carnero malo que un día tiró al piso a la hermana, un perro que se llama Coco y que cuando sea grande quiere ser guía para llevar a la gente a conocer su pueblo.  

Después de despedirnos de Santiago y de sus primos en la entrada de la pequeña iglesia de Coctaca, seguimos viaje hacia el Este hasta llegar a la Serranía del Hornocal.

Escondida tras una intrincada vuelta por caminos de montaña, encontramos la magnífica vista de unas montañas multicolores que se recortaban imponentes en el paisaje. Tomamos muchas fotos, pasamos mucho frío y el viento nos hacía tambalear, así que pronto subimos a la camioneta y lentamente emprendimos el camino de regreso a Humahuaca, donde arribamos al mediodía.


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