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Poco
después de las siete y media de la mañana me pasó a buscar el micro. Contraté
la excursión con mini trekking de Hielo y Aventura, la única agencia habilitada para
llegar hasta el Glaciar.
El
Parque y Reserva Nacional Los Glaciares ocupa una superficie de 724.000
hectáreas ubicadas al sudoeste de la provincia de Santa Cruz y a 80 kilómetros
de la ciudad de El Calafate. El área protegida fue creada en 1937. En 1971 se
establecen los límites actuales y en 1981 la Unesco incorpora al Parque a la
lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
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Frente del Glaciar Perito Moreno |
Alrededor
de las 9.40 llegamos al Centro de Visitantes del Parque y luego de una breve
explicación para ubicarnos, tuvimos tiempo libre hasta las 10.30 para recorrer
las pasarelas a gusto. Si bien desde la ruta de ingreso al Parque habíamos
tenido las primeras vistas del Glaciar, las pasarelas nos permitieron estar
frente a frente con él. Estas pasarelas se ubican frente a la cara norte del
Glaciar y poseen varios miradores en diferentes altitudes. Están señalizadas y
se pueden recorrer cómodamente durante horas. Me resultó muy útil seguir el
consejo de llevar anteojos de sol para no encandilarme con el reflejo del sol y
poder apreciar mejor las variaciones de azul que se producen en las paredes de
hielo.
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Caminando sobre el Glaciar |
La
sensación de estar en ese lugar es realmente emocionante. No se puede poner en
palabras la experiencia de ver caer los trozos de hielo del frente del Glaciar
sobre el Canal de los Témpanos. Me quedé largo rato extasiada contemplando tan
maravilloso espectáculo y escuchando los ruidos del gigante blanco que tenía
frente a mis ojos. Luego nos dirigimos
hacia el Puerto ubicado en la Bahía “Bajo de las Sombras”, donde nos embarcamos
en un catamarán para cruzar el Brazo Rico frente a la pared sur del Glaciar.
Allí llegamos a un refugio donde pudimos almorzar y un rato más tarde,
comenzamos a prepararnos para la caminata. Nos dividieron en grupos de 15
personas, para darnos una breve charla sobre los glaciares y luego llevarnos
hasta otro refugio donde nos colocaron los grampones obligatorios para caminar
sobre el hielo, nos enseñaron a usarlos y entonces lentamente empezamos el
ascenso. Dos guías acompañaban a cada grupo y cuidaron permanentemente de todos
los detalles de seguridad de forma tal que todos pudiéramos disfrutar a pleno
de la experiencia. La caminata requiere un esfuerzo físico moderado, pero que
está recompensado por la vista de un paisaje asombroso formado por las capas de
hielo comprimido durante miles de años.
La caminata duró poco más de una hora y media, así que a las tres de la
tarde estuvimos abajo otra vez.
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Brindis de despedida |
La
despedida del Glaciar fue con el tradicional brindis con hielo extraído in
situ. Luego, a desandar el camino: caminata al refugio donde habíamos dejado
las mochilas, catamarán por el Lago Rico hasta llegar al punto de encuentro en
el parque y desde allí, subida al micro que nos fue repartiendo por los
hoteles. A las cinco de la tarde estuve de vuelta en la Posada, muy feliz por
haber pasado una jornada tan intensa y a la vez, inolvidable. Realmente fue un día perfecto. El clima estaba
soleado y con poco viento, no hacía mucho frío. La organización de la excursión
fue muy profesional, desde que nos pasaron a buscar por el hotel hasta la
vuelta. Mariana, la guía, nos fue contando desde el principio cómo se iba a
desarrollar la jornada y la forma en que podríamos aprovechar mejor el tiempo
de la excursión. El micro era nuevo y con asientos muy cómodos. El conductor,
amable y eficiente. La guía muy atenta y muy preparada, además de haber sido la
primera persona que encontré dedicada al turismo que sabía hablar perfecto
inglés. Los guías de montaña también eran expertos en su oficio y todo el
tiempo estaban atentos a la seguridad de los participantes. Las explicaciones
fueron siempre muy completas y didácticas. Los medios de transporte estaban en
muy buen estado. El Parque está muy cuidado y todo el tiempo se le recuerda a
los visitantes que deben mantener la limpieza de ese espacio y no dejar
residuos por los lugares donde pasen. Los baños estaban limpios y eran cómodos.
Dejé
la mochila en el hotel y volví al pueblo a tomar un chocolate caliente en
Borges & Alvarez. Pasé por una agencia y reservé para el día siguiente la
excursión a Cerro Frías, aprovechando un voucher de descuento que me habían
regalado cuando contraté el transfer desde el aeropuerto. Después pasé por La
Anónima para comprar provisiones para la cena y volví al hotel.
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