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Bar Ramos Generales |
Me levanté
después de las ocho. Después de desayunar, salí a caminar por la ciudad para
ver los últimos lugares que me habían quedado pendientes para visitar. Con el
correr de los días comprobé que era cierto el consejo de que no vale la pena
hacer el city tour en el double decker ya que la ciudad se recorre fácilmente a
pie. Buscando un cajero automático bajé
por Maipú y así encontré un bar encantador. “Ramos Generales” es una mezcla de
“museo – restaurant – bar – vinoteca – panadería – pastelería y tienda de pret
a porter” según reza en el folleto publicitario. Con un chef francés a cargo de
la cocina, preparan delicias dulces y saladas que se pueden degustar
tranquilamente en un ambiente cálido que invita a quedarse. Allí tomé un café y
comí la que hasta ahora es la factura más exquisita que probé en mi vida: una
masa del hojaldre más delicado, rellena con puré de manzanas y bañada con
almíbar. Compré para llevarme unos “buñuelos de vainilla”, especie de
cuadraditos con gusto a vainilla que venden al peso y resultaron ser riquísimos
también. Sobre un mostrador, exhibían unos originales pingüinos de merengue
bañados con chocolate, a los que resistí la tentación de llevarme y solamente
les saqué una foto… Salí del bar y seguí caminando por Maipú rumbo a la Casa Bebán.
En el camino encontré la pequeña librería “Ediciones de la Lenga” donde compré
a muy buen precio una novela en inglés que fui leyendo en los aeropuertos. Ahí
descubrí que es mejor pagar en efectivo que con tarjetas de débito o crédito.
Les toma un rato largo comunicarse para conseguir autorización, eso si logran
comunicarse, por lo que es bueno tenerlo en cuenta si se está apurado o si no
se tiene efectivo encima.
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Casa Bebán |
La
Antigua Casa Bebán queda frente al puerto, en la zona opuesta al centro. Está
en un área abierta, rodeada por una plaza. La pintoresca vivienda perteneció a
uno de los primeros pobladores de Ushuaia y, actualmente, funciona como centro
cultural y sala de exposiciones. El día que fui, había una exhibición de
objetos y láminas explicativas acerca del naufragio del Monte Cervantes. El
episodio del hundimiento del crucero Monte Cervantes ocurrió el miércoles 22 de
enero de 1930 y se lo conoce también como el “Titanic argentino”. El barco
transportaba cerca de 350 tripulantes y 1120 pasajeros a bordo. La tragedia se
desencadenó cuando el buque encalló en unas rocas sumergidas cerca de los
islotes “Les Eclarieurs” a poco de su salida del puerto de Ushuaia. Creo que
fuera de esta ciudad está bastante poco difundida la trágica historia de este
hundimiento en el cual la única víctima fatal fue el capitán, Theodor Dreyer,
cuyo cuerpo nunca fue encontrado. Por lo demás, las mismas láminas y objetos
similares se encuentran en otros museos de la misma ciudad, así que la muestra
no aporta demasiado para ampliar el conocimiento del tema, pero sí para
insistir con su difusión. Luego
aproveché el sol y el calorcito que estaba haciendo para quedarme descansando
en la plaza, hasta que llegaron unos adolescentes escuchando reggaetón a todo
volumen, así que decidí retomar mi camino y fui volviendo hacia el centro. Me
habían contado que cuando el día está soleado por un largo rato, los lugareños
se desesperan por salir al aire libre. El clima es tan cambiante en la región
que en cuanto el sol se instala por unas horas, la gente se pone contenta y
sale a tomar sol.
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Plaza y costanera al fondo |
Pasé
por la Secretaría de Turismo para ver si había alguna otra excursión que
pudiera aprovechar durante la tarde, pero la ida a la pingüinera de la Estancia
Harberton me resultaba muy costosa y pasaba por lugares en los que ya había
estado. La otra opción era subir al Glaciar Martial, pero como tenía que hacer
un “trekking” en ascenso, lo descarté porque estaba demasiado cansada y
necesitaba tomarme un respiro. Encontré demasiada (para mi gusto) oferta de
actividades que incluían el trekking. Para el que no está entrenado, no puede o
no le gusta caminar tanto, no hay otras alternativas. Así que otra vez me fui a almorzar a
Moustacchio (unos sorrentinos al filetto muy ricos) y después volví un rato al
hotel para descansar. Más tarde regresé al centro para deleitarme con un
exquisito chocolate en “Chocolates del Turista”, al que acompañé con una
porción de tarta de frutos rojos y chocolate blanco. Caminé un rato por la
ciudad, esperando que empezara a nevar, pero no tuve suerte. Solo cayó agua
nieve y lloviznó durante el resto de la tarde y casi toda la noche. Tenía la
ilusión de ver nevar antes de mi regreso a Buenos Aires, pero mi sueño no se
cumplió esta vez.
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