08 febrero 2014

Crónica de un viaje por la Patagonia Argentina 4/11: Los Lagos

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Después de las nueve y media llegó Leo a buscarme en la combi. Esta vez el grupo estaba integrado por una pareja de novios de Buenos Aires y Olga y Mónica, dos señoras venezolanas encantadoras.

Criadero de perros en Cerro Castor
Iniciamos el camino por la Ruta Nacional 3, rumbo a los centro de esquí que se estaban empezando a preparar para la temporada invernal. La primera parada fue para observar los turbales característicos de la zona. En invierno, esos terrenos se cubren de nieve y son ideales para la práctica de esquí de fondo, la más antigua de las variedades de esquí, originada en los países nórdicos. Luego fuimos a uno de los centros invernales para ver los caniles donde crían a los perros empleados para tirar de los trineos. El cuidador me contó que crían perros siberianos y alaskanos. Estos últimos no son aún una raza oficialmente reconocida. Provienen de una mezcla de razas de la que resultan perros parecidos a los huskies pero con el pelo más corto. Lo que buscan los criadores, tanto en este caso como con los siberianos, es lograr perros resistentes y fuertes para el trabajo al que están destinados, sin importar si se respetan exactamente los estándares de cada raza. Los perros permanecen en actividad durante toda su vida, aunque los más viejos con menor intensidad que los más jóvenes. Si dejan de entrenar o de correr con los trineos, el sedentarismo les acorta la vida.

Dejamos a los perros para seguir viaje rumbo al famoso centro invernal de Cerro Castor, donde paramos para recorrer las instalaciones y el restaurant, único sector que estaba habilitado en ese momento. Continuamos rumbo a los lagos, pasando por otros centros invernales aún cerrados o con mínima actividad, pero seguimos de largo sin bajar a verlos.  Atravesando la Cordillera de los Andes por el Paso Garibaldi, llegamos finalmente a Lago Escondido. La primera vista fue desde lo alto del camino, por donde pasa la ruta, desde donde lo veíamos extenderse hacia abajo en la montaña.

Lago Escondido
La mejor forma de acercarse al lago es bajar caminando por un camino de montaña. No sé cuánto tiempo duró la bajada (una hora quizás) pero el camino fue hermoso y valió la pena el esfuerzo. La meta era llegar a la Hostería Petrel, ubicada al borde del lago. En ese momento, la hostería estaba cerrada y abandonada debido a un litigio judicial que impide el ingreso al lugar. Recorrimos un poco los alrededores, tomamos fotografías y seguimos rumbo al Lago Fagnano. En algún lugar de la ruta, Leo paró para buscar unas ramitas de calafate así podíamos probar los frutos. ¡Son riquísimos! Parecidos a los arándanos pero más chiquitos, dejan la lengua morada por un rato. La leyenda dice que el que prueba calafates, vuelve a la Patagonia. Yo los había probado en forma de dulce hace muchos años en Esquel, así que espero que se renueve el hechizo del calafate y pueda seguir volviendo a estos maravillosos lugares. Cuando llegamos al Fagnano, el viento patagónico se hizo sentir con toda su intensidad por primera vez desde que llegué a la Patagonia. Estaba nublado, así que bajamos de la combi para tomar unas fotos y caminar un poco, pero tuvimos que volver rápido porque hacía mucho frío y había demasiado viento. Ese fue el último punto que tocamos en la excursión.

Lago Fagnano


Museo Casa de Gobierno
Desde allí volvimos al centro invernal donde estaban los perros y en ese lugar almorzamos.  El almuerzo fue espectacular. Comimos cordero fueguino asado acompañado 
con ensaladas y estaba delicioso. Lo pasamos muy bien, charlando con la gente del grupo. La vuelta a Ushuaia fue rápida. Vinimos escuchando un CD de una banda de reggae local y charlando entre todos. Los chicos se bajaron en el Presidio, las señoras venezolanas en el hotel y yo, en el Museo del Fin del Mundo. La visita al Museo me desilusionó. La entrada resulta muy cara dado que es muy pequeño (una casa antigua con cinco habitaciones convertidas en salas de exposición), tiene demasiadas láminas explicativas y poco material original. El ticket habilita para visitar también la Antigua Casa de Gobierno provincial, ubicada a dos cuadras sobre la avenida Maipú, y que me pareció mucho más interesante. Su construcción data de 1891 y fue inicialmente la vivienda del Gobernador. Tras un incendio en 1920 que destruyó la Casa de Gobierno, este edificio se remodeló y se convirtió en Casa de Gobierno y residencia del Gobernador al mismo tiempo. A través de los años fue cambiando de función hasta que en 2002 fue restaurada y convertida en un centro histórico-cultural perteneciente al Estado provincial. La Casa conserva la sala de sesiones original, el despacho del gobernador y varios muebles que pertenecieron a antiguos pobladores de la zona. La recorrida es breve, así que después salí a tomar fotos del puerto. Después seguí caminando por San Martín, compré comida en el supermercado y volví al hotel caminando.

Me quedé un rato mirando la tele y pensé que era muy raro estar mirando el estado del tránsito en la ciudad de Buenos Aires y cómo afectaba la ola de calor a los porteños, mientras que en Ushuaia llovía, hacía tres grados y los autos circulaban tranquilamente. En la cartelera del servicio de cable Super Canal encontré solo dos canales con información provincial, pero me pareció que no funcionaban las 24 horas. Por lo menos, fueron útiles para saber la temperatura y enterarse de alguna noticia local.  No hice planes para el día siguiente. Necesitaba descansar aunque sea un día, después de todo, eran mis vacaciones, y no había encontrado excursiones que me interesaran especialmente. 


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