Anterior
Temprano,
muy temprano me levanté para ir a la Estancia Cristina. Desayuné rápido y rico. A las
siete y cuarto de la mañana me vino a buscar la combi. Mientras pasábamos a
buscar a la gente de los otros hoteles, recorrimos casi toda la ciudad de El
Calafate.
La
Estancia Cristina ocupa 22.000 hectáreas sobre el Brazo Norte del Lago
Argentino. Fue fundada en 1914 por Joseph Percival Masters, un inglés que llegó
a la Patagonia en 1900 y, luego de unos años en Río Gallegos, decidió
instalarse allí junto con su esposa Jessie y sus hijos Herbert y Cristina. Tras
el fallecimiento de sus padres y su hermana, la Estancia fue heredada por
Herbert, quien se había casado con Janet Mc Donald. En 1984, Janet queda sola a
cargo del establecimiento. Debido a la falta de mantenimiento, la Estancia
comenzó a deteriorarse y ante un esfuerzo por revalorizarla, decidió abandonar
la ganadería para dedicarse a la actividad turística. Finalmente, en 1997
fallece y la Estancia queda en manos del Estado ya que ella y Herbert no habían
tenido descendencia. En la actualidad, el establecimiento está dedicado
exclusivamente al turismo.
|
Barrera de témpanos |
Poco
más de una hora después de la salida del hotel llegamos al puerto de Punta
Bandera, donde nos reunieron con la gente que venía en otras combis o en autos
particulares para empezar la excursión. Nos embarcamos en un catamarán que fue
surcando el Lago Argentino, ya que esta es la única vía para llegar a la
Estancia. La navegación fue espectacular. Pudimos apreciar paisajes
incomparablemente bellos, formados por la erosión glaciaria. Vimos un cóndor
escondido entre unas rocas y caballos salvajes pastando en la ladera de un
monte. Más adelante empezaron a desfilar los témpanos desprendidos del frente
del glaciar Upsala y que forman una barrera de 20 kilómetros. Alucinados, todos
los que estábamos en el catamarán empezamos a sacar fotos descontroladamente.
Era emocionante contemplar ese panorama. Cuando nos calmamos un poco, el barco
siguió viaje por el Canal Cristina, rumbo a la costa de la Estancia.
|
Mirador del Upsala |
Alrededor
de las 11.00 llegamos al embarcadero. Allí nos separaron en grupos según las
alternativas de excursión que habíamos contratado. Los que habíamos elegido la
opción “Discovery” subimos inmediatamente en unos vehículos 4 x 4 donde me
encontré con los brasileños que había conocido en la excursión del Parque
Nacional de Tierra del Fuego. Recorrimos
un complicado camino de nueve kilómetros y bajamos antes de llegar a una
histórica base antártica, para caminar desde allí un corto trecho hasta el
Mirador del Upsala. Este Mirador permite apreciar al glaciar Upsala en toda su
magnificencia. Desde ese punto se observa el frente oriental del glaciar
apoyado sobre las aguas lechosas del Lago Guillermo. Hacia atrás, el Campo de
Hielo Patagónico Sur se extiende por la Cordillera de los Andes. Luego subimos otra vez a las 4 x 4 para
dirigirnos al casco de la Estancia donde está el restaurante. Allí sirven un
menú fijo para turistas y tienen una cafetería mínima. Se puede llevar vianda
para comer en el lugar, lo cual es bueno tenerlo en cuenta ya que el precio del
almuerzo (que incluye al omnipresente cordero) es bastante elevado, aunque la
cafetería tiene precios razonables.
|
Lodges de la Estancia Cristina |
Luego
de la pausa para almorzar, comenzamos a recorrer el antiguo galpón de esquila,
reconvertido en museo costumbrista, donde pudimos ver objetos que pertenecieron
a la familia Masters, herramientas de uso diario para las distintas tareas que
se desarrollaban en la Estancia y fotografías que documentaban hechos
históricos ocurridos en aquellos parajes.
La Estancia cuenta también con un jardín botánico donde se pueden
apreciar algunas raras especies arbóreas entre las que sorprenden un par de
sequoias centenarias.
|
Capilla de la Estancia |
Seguimos
caminando hacia el Río Caterina con su noria y su puentecito hasta que llegamos
a la pequeña capilla de madera construida en memoria de un grupo de estudiosos
de la historia patagónica que perecieron en abril de 2001 en un accidente aéreo
cuando se dirigían a la Estancia. Alrededor de las cinco de la tarde volvimos
caminando hasta el catamarán para emprender lentamente el regreso. El paseo fue inolvidable y permite recorrer
en un solo día muchos de los principales atractivos que caracterizan a la
Patagonia Austral: la antigua estancia, los lagos, el glaciar, la meseta
patagónica, la vegetación, las aves y deleitarse comiendo cordero.
|
Lago sin nombre |
Los
paisajes son incomparablemente bellos y, dadas las características geográficas
de aislamiento de la zona, es imposible apreciarlos si no es tomando esta
excursión. Entre los visitantes encontré
gente de todo el mundo y, otra vez, muy pocos argentinos. Este tipo de visita
requiere una logística especial cuyos costos son muy elevados, lo cual se
refleja en las tarifas que abonan los pasajeros. Por esta razón, para una
familia tipo argentina de clase media le resulta casi imposible elegir estos
destinos para sus vacaciones y por eso los argentinos que encontré eran parejas
o gente que viajaba sola. No obstante, muchos extranjeros se quejan de las
tarifas diferenciales para visitantes residentes, del resto del país, del
Mercosur y resto del mundo. Igualmente,
este paseo vale cada centavo invertido y, junto con la visita al Perito Moreno,
es uno de los imperdibles cuando se viaja a El Calafate. El único punto en
contra fue el flojo desempeño de los guías. El chico que nos guiaba en el
catamarán tenía tan mala dicción que se le entendía la mitad de lo que hablaba
en castellano y su traducción al inglés era vergonzosa. En algún momento, dejó
de explicar para irse a fumar a la cubierta y quedarse charlando con una chica.
En el recorrido por la Estancia, otro de los guías tampoco sabía los nombres de
los lugares por donde pasábamos porque hacía poco tiempo que trabajaba ahí, así
que me quedé sin saber cómo se llamaba ese lago tan bonito al que le saqué una
foto…Pero igual esto no logró empañar de ninguna manera la experiencia y, en el
balance final, quedó como una anécdota más del día. Regresé al hotel a las ocho
de la noche, agotada, pero feliz.
Continuar leyendo acá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario