18 febrero 2015

Minivacaciones en Cataratas del Iguazú - 3/3 Las Cataratas


Mi primer contacto con las Cataratas del Iguazú fue a través de la visita al lado brasileño. Ese día amaneció lloviendo y, si bien el mal clima continuó hasta las primeras horas de la tarde, no fue suficiente para ahogar nuestro entusiasmo por el paseo que estaba por comenzar.

Mientras esperábamos para subir al micro, compramos unos pilotos de plástico transparente que unos vendedores ambulantes ofrecían en la puerta del hotel. Nos dijeron que siempre son más baratos que si se compran en el Parque, dato que resultó ser cierto.

Puente Tancredo Neves
A poco de cruzar la frontera por el Puente Internacional Tancredo Neves, se llega al Parque Nacional de Iguazú ubicado a 28 kilómetros de Foz de Iguazú en Brasil.

El Parque alberga una enorme variedad de flora y fauna representativa de Brasil. Como el 80% de los saltos se encuentran del lado argentino y de frente al parque brasileño, las mejores vistas se aprecian desde este lado.

El Parque cuenta con una sola pasarela de poco más de un kilómetro de largo que recorre todos los saltos y termina en el mirador de la Garganta del Diablo. Quizás el más impactante de esos miradores es el que está frente al salto Floriano. Allí se puede subir mediante ascensores o usando la escalera, pero con la lluvia de ese día la escalera no era lo más recomendable. Tan cerca y de frente es la vista, que es imposible no empaparse con el agua que estalla desde la cima del salto.

Las Cataratas vistas desde Brasil

La vista del salto Floriano
La lluvia se hacía cada vez más intensa, por lo que debimos cancelar una visita a un parque de aves cercano. En la agencia me reintegraron lo que había pagado por ese paseo adicional y, a cambio, seguimos el recorrido con el resto del grupo. Como ya era mediodía, nos llevaron a almorzar a la churrascaría Rafaín en Foz de Iguazú. El paseo terminó con una breve visita al Duty Free Shop antes de que nos llevaran de vuelta al hotel. 

El último día de las vacaciones estuvo destinado a recorrer el lado argentino de las Cataratas. Afortunadamente, a diferencia de la lluvia del día anterior, ese día amaneció soleado y hacía mucho calor.

El Parque Nacional Iguazú está ubicado a 18 kilómetros de Puerto Iguazú. Lleva el nombre del río que le sirve de límite norte y que en idioma guaraní significa "agua grande". Fue creado en 1934 y posee una superficie de 67.720 hectáreas pertenecientes a la ecorregión Selva Paranaense. Dentro del Parque se encuentran las Cataratas del Iguazú con sus 275 saltos que oscilan entre los 30 y 80 metros de altura.

Las Cataratas desde el lado argentino
En 1984 fue declarado Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO.  En 2011 las Cataratas fueron seleccionadas como Nueva Maravilla Natural del Mundo. En 2013, nuevamente la UNESCO distingue al Parque Nacional Iguazú como Valor Universal Excepcional, por su importancia cultural y natural que trasciende las fronteras y cobra relevancia para las generaciones presentes y futuras.

El Tren Ecológico de la Selva
Nuestro recorrido se inició en el Centro de Visitantes. Luego de adquirir los tickets de ingreso, nos acercamos a la Estación Central para abordar el Tren Ecológico de la Selva con el que nos adentraríamos en el Parque. Desde allí fuimos hasta la estación Cataratas para acceder a los circuitos Superior e Inferior. No pudimos llegar hasta la Garganta del Diablo ya que en ese momento el puente estaba en reparación luego de la gran crecida del río durante el invierno.

La caminata por las pasarelas nos llevó hasta los Saltos Dos Hermanas, Chico, Ramírez, Bossetti,  Adán y Eva, Guardaparque Bernabé Méndez y el mirador del salto Mbiguá. En algunos tramos, parábamos para descansar o quedarnos más tiempo apreciando las vistas. Había mucha gente haciendo el recorrido, así que por momentos era necesario tener paciencia y aguardar el turno para poder tomar fotografías o acercarse a disfrutar mejor del panorama.


Un coatí
Además de la enorme variedad de mariposas que hay en el Parque, durante todo el camino nos acompañaron los coatíes. Estos animalitos, que parecen muy simpáticos al principio, se especializan en “robarle” la comida u objetos personales a los turistas, por lo que hay que estar alerta cuando se acercan. Por todo el Parque hay carteles previniendo que no se los toque ya que pueden transmitir enfermedades.  Mucho menos sociable es el comportamiento de las esquivas lagartijas o de los lagartos, que prefieren quedarse descansando al sol mientras que tucanes, loros y jotes nos espiaban entre el follaje.

Al terminar la visita nos fuimos a almorzar en los restaurantes que están cerca de la entrada del parque. Los precios en estos locales son muy elevados, de hecho, hay cadenas de casas de comida que están en Buenos Aires y allí los precios son considerablemente más bajos por los mismos productos. La explicación que dan los empleados para justificar esto es que el transporte hasta Iguazú encarece los precios, pero más parece una conducta abusiva por parte de los dueños de los locales o del concesionario del Parque hacia el turista que, paradójicamente, constituye la principal fuente de ingresos de la zona.

En general, la atención al turista no es buena, tanto en los comercios de Puerto Iguazú como en los hoteles y demás prestadores de servicios. Por supuesto que hay excepciones, los guías de turismo están entre ellas, pero en general, se tiene la sensación de llegar a un lugar donde todos están hartos de tratar con los turistas y, como el atractivo que capta al turismo parece ser un recurso de interés inagotable, nadie se esfuerza demasiado por hacer de su ciudad un lugar mejor. Me llamó particularmente la atención este detalle, ya que no recuerdo haber regresado con una impresión similar de otros lugares de la Argentina.

La excursión por las Cataratas Argentinas finalizó luego del almuerzo y con ella terminaron también las vacaciones. Alrededor de las cuatro de la tarde estuvimos de vuelta en el hotel donde nos quedamos descansando hasta que, un par de horas más tarde, nos vinieron a buscar para ir al aeropuerto.


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