04 noviembre 2013

Crónica de un viaje a Puerto Madryn 3/9: la ciudad

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Mi viaje se inició un domingo de octubre muy temprano en el Aeroparque de Buenos Aires, donde tomé el vuelo de las 7.15 de Aerolíneas Argentinas. Después de dos horas aterricé en Trelew. Allí abordé un transfer que me llevó al hotel que había reservado en Puerto Madryn. En el aeropuerto se puede contratar el servicio de traslado en los mostradores de las empresas que allí se encuentran o se puede reservar por internet antes de viajar, para asegurarse el lugar y evitar demoras. En mi caso, hice la reserva por la web y recibí un descuento por pagar en efectivo.

El trayecto entre Trelew y Madryn dura alrededor de una hora, por lo que un rato antes de las 11.00 ya había llegado a mi destino. Me alojé en el Patagonia Apart Hotel que está situado a una cuadra de la costanera y a seis del centro comercial. Es un hotel sencillo, limpio, tranquilo y con una tarifa moderada. La zona donde está ubicado es muy linda, hay restaurantes muy recomendables en los alrededores y se llega fácilmente a los negocios del centro. Como mi habitación ya estaba lista, pude ocuparla ni bien llegué a pesar de que el check in era a partir de las 12.00. Dejé la valija y al rato ya estaba caminando por la ciudad para empezar a conocerla.

El centro comercial y turístico de Madryn se extiende a lo largo del Boulevard Marítimo Almirante Brown, que es el nombre de la avenida costanera. En el centro se hallan la mayoría de las agencias de turismo, hoteles, servicios gastronómicos, bancos y comercios de todo tipo. Paralelamente al Boulevard Marítimo corre la Avenida Roca, que es otra de las calles principales. En Roca 223 se encuentra la oficina de informes turísticos de la ciudad que atiende en horario corrido. Justo al lado, está el shopping Portal de Madryn con un patio de comidas y algunos locales de moda y decoración.


Si bien el turismo invade y motoriza la actividad de esta ciudad, sus habitantes no pierden la calma y casi todos los negocios permanecen cerrados desde el mediodía hasta cerca de las cinco de la tarde. La actividad se retoma en las últimas horas de la tarde cuando empiezan a regresar las combis de las agencias de turismo con sus pasajeros y la ciudad se vuelve a llenar de gente.

Luego de almorzar, decidí ir a visitar el Ecocentro ubicado al Sur de la ciudad. El transporte público de pasajeros es escaso normalmente y más aún durante los fines de semana, así que para llegar hasta allí tomé un taxi desde el hotel y poco más de quince minutos después estaba en el lugar.

El Ecocentro

Inspirado en el Mar Patagónico, el Ecocentro se autodefine como “un espacio cultural de encuentro y reflexión desde donde promueve, a través de la educación, la ciencia y el arte, la necesidad de pensar en una nueva relación con el océano”.  Mediante textos, imágenes, videos, sonidos y objetos se ofrece una experiencia sensorial que tiene como finalidad principal generar conciencia de la importancia del cuidado del delicado ecosistema marino. El Ecocentro se ubica en un pintoresco edificio sobre un acantilado frente al mar desde donde se puede apreciar una magnífica vista del golfo y la costa de la ciudad. Del recorrido por este lugar lo que más me llamó la atención fue la pileta de piedra con  pequeños invertebrados marinos ya que llegué en el momento en que la cuidadora los estaba alimentando y nos iba describiendo qué especies se encontraban allí y cómo reaccionaban para capturar el alimento. 


Ballena voladora en el Ecocentro

Cuando salí del Ecocentro, volví hacia el centro de Madryn caminando por la playa ya que era una tarde soleada y hacía bastante calor. La zona se conoce como Punta Cuevas y es el sitio histórico del primer asentamiento galés en la provincia. Allí está emplazado el monumento al indio Tehuelche realizado por el escultor Luis Perlotti, que recuerda a los pobladores originarios del lugar. También se aprecia desde ese punto una vista panorámica del Golfo Nuevo y de la ciudad con sus playas. Siguiendo por el Boulevard Brown, el camino pasa por los balnearios y las numerosas confiterías de la costanera, que por haber sido esa una tarde tan cálida, tenían gran afluencia de público y de tránsito.

Monumento al Indio Tehuelche

Al llegar al centro, algunas agencias ya estaban abiertas. Hice un par de averiguaciones y luego contraté la excursión para el día siguiente. 

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