El lunes hice la primera de las excursiones que tenía como
objetivo principal en mi viaje: la reserva de pingüinos de Punta Tombo.
Partimos
de Madryn hacia el sur por la RN 3 y, después de
una parada técnica en una estación de servicio de Trelew, continuamos rumbo a
Isla Escondida.
Isla Escondida
Isla Escondida es en verdad una playa inhóspita, azotada por
el viento patagónico y bañada por las aguas del Mar Argentino. Allí nos detuvimos
un buen rato para ver de cerca una colonia de elefantes marinos que ha hecho de
esta playa su refugio. Es impactante poder ver tan cerca a los animales en su
ambiente natural y observar el comportamiento del “harén”: el macho alfa con
las hembras y sus crías y los otros machos con los que peleó y fueron
desplazados para mantenerse alejados del grupo. Pudimos caminar cerca de ellos,
escuchar sus ruidos y ver sus desplazamientos torpes, tratando de guardar una
cierta distancia para no molestarlos ya que ese es su territorio y los intrusos
allí no somos bienvenidos.
Elefantes marinos en Isla Escondida
Un rato más tarde, retomamos la ruta hasta llegar al Área
Natural Protegida Punta Tombo, la mayor reserva mundial de Pingüinos de
Magallanes. Para
acceder al área se abona una tasa de ingreso. El lugar cuenta con un centro de
interpretación, un bar, estacionamiento y servicios sanitarios.
Punta
Tombo fue declarada Reserva Faunística en 1979 con el fin de proteger a los
pingüinos y su entorno. Cada año, a mediados de septiembre, empiezan a llegar
las aves para aparearse y tener sus crías. La colonia llega a tener alrededor
de un millón de pingüinos que se quedan allí hasta finales de marzo.
Sendero de Punta Tombo
Iniciamos el recorrido por un sendero que tiene en total cerca de 3 kilómetros y toma aproximadamente dos horas recorrerlo completo. Este camino cruza la pingüinera y al atravesarlo se aprecian los nidos, algunos de ellos con sus ocupantes y otros aún vacíos. Los pingüinos circulan libremente por el lugar y hay que tener cuidado de no interponerse en su camino para que no se enojen y lastimen al visitante inoportuno con un fuerte picotazo. En los días en que visité la Reserva, había mucha actividad ya que estaban en plena etapa de apareamiento y algunos estaban empezando a incubar los primeros huevos. El paseo es sumamente entretenido y enriquecedor por todo lo que se aprende al observar cómo se comportan estas aves en su hábitat natural. Creo que lo que más me sorprendió de ellos es enterarme de que tienen una sola pareja por año, que ambos padres se turnan para incubar los huevos y cuidar a las crías, y que son capaces de retornar al mismo nido que dejaron el año anterior.
Luego de una parada para un almuerzo rápido a la salida de Punta
Tombo, nos dirigimos rumbo a Gaiman. En el camino recorrimos el Valle Inferior
del Río Chubut donde pasamos por las chacras y vimos los canales de riego. La
escasez de agua potable es una constante en toda la zona y esta situación
condiciona la variedad y la extensión de los cultivos.
Gaiman es una de las colonias galesas que se instalaron en
Chubut a mediados del siglo XIX y debe su fama a sus casas de té y a las capillas construidas por los primeros
colonos. Es una localidad pequeña,
pintoresca y conserva en sus construcciones el estilo que le imprimieron sus
antiguos pobladores. Estuvimos poco más de una hora en este lugar, por lo que
no tuve la posibilidad de recorrer sus calles con detenimiento. Dimos una
vuelta por los principales sitios históricos en la combi que nos trasladaba.
Como estaba casi todo cerrado, fui a visitar una de las tradicionales “Casas de
Té” para degustar el producto que ha popularizado a Gaiman. En Ty Cymraeg me sirvieron un té acompañado por porciones
de torta galesa y otras tortas tradicionales europeas, sandwichs y escones. El té se puede compartir y ofrecen llevarse lo que
no se comió. El servicio está bien, atienden amablemente y la casa esta muy bien cuidada,
pero la calidad de lo que se sirve no está a la altura de su renombre. Me
comentaron que en otras casas de té el servicio es decididamente malo y los
precios son altos en todos los casos.
Gaiman fue la última parada de este recorrido. Al salir de Ty
Cymraeg subimos a la combi para emprender las casi dos horas de viaje de vuelta
que nos separaban de la ciudad de Puerto Madryn
y completar así los cerca de 400 kilómetros que recorrimos ese día.
El tour que contraté para
este día era de la agencia Categoría Patagonia. Estuvo
muy bien organizado y David, el guía fue muy atento. El vehículo que nos trasladaba
tenía algunos problemas con el aire acondicionado lo cual resultó ser un poco
molesto ya que hacía mucho calor y no podíamos abrir las ventanillas porque
circulábamos casi todo el tiempo por caminos de tierra o ripio. No
recomendaría esta agencia porque, como comenté en un post anterior había arreglado una excursión con ellos para el día
siguiente y a último momento me la cancelaron por un supuesto pronóstico de
lluvia que resultó no ser tal.
Lo del clima es asi. A veces salis con sol y volves con lluvia. Y es re jodido si te agarra lluvia para salir el camino se vuelve super peligroso por lo resbaladizo pone. En fin asi es patagonia baby! 😅😀
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