El viernes a la mañana me preparé para volver a Buenos Aires. Dejé el
hotel a las 10.00 y me dediqué a caminar por la ciudad en busca de algún
souvenir para llevar a casa. Desde la costanera, pude ver a lo lejos una
ballena que saltaba y asomaba la cola una y otra vez.
En la valija traje recuerdos imborrables de un recorrido que
durante tanto tiempo ansié realizar. Mis amigas cordobesas con quienes compartí
cenas en el Bistró del Náutico. El lobito solitario que tomaba sol en Playa
Paraná. El harén de elefantes marinos de Isla Escondida. La tarde pasada
mirando pingüinos en la playa vacía de Punta Ninfas. Quedarme mirando fijo el
mar y ver a lo lejos una ballena saltando.
Lobito en Playa Paraná
Comí un sandwich en el local de Havanna del Portal de Madryn
y volví al hotel a buscar la valija. La combi del aeropuerto me pasó a buscar antes de
las 13.30 y en menos de una hora ya estaba en el aeropuerto de Trelew. El vuelo
de vuelta a casa fue puntual y tranquilo.
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