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Después de un desayuno abundante, esperé a que pasaran a buscarme para la excursión de ese día. A las nueve y media me llamaron a mi habitación para avisarme que estaba la camioneta. Tomé la mochila, abrí la puerta y… la camioneta se había ido! No supe qué pasó, pero la camioneta que me había venido a buscar, no me esperó ni un segundo. Se fue a buscar a la gente del hotel de al lado y siguió viaje. Los corrí unos metros, haciendo señas para que me esperasen, pero no se detuvieron y los perdí de vista. Seguí caminando hasta la agencia, que estaba en el centro para pedirles que me solucionaran el problema y en unos minutos pasó a buscarme otra de las vans que estaba terminando el recorrido por los hoteles. Después del malentendido inicial, emprendimos el viaje sin más inconvenientes.
Después de un desayuno abundante, esperé a que pasaran a buscarme para la excursión de ese día. A las nueve y media me llamaron a mi habitación para avisarme que estaba la camioneta. Tomé la mochila, abrí la puerta y… la camioneta se había ido! No supe qué pasó, pero la camioneta que me había venido a buscar, no me esperó ni un segundo. Se fue a buscar a la gente del hotel de al lado y siguió viaje. Los corrí unos metros, haciendo señas para que me esperasen, pero no se detuvieron y los perdí de vista. Seguí caminando hasta la agencia, que estaba en el centro para pedirles que me solucionaran el problema y en unos minutos pasó a buscarme otra de las vans que estaba terminando el recorrido por los hoteles. Después del malentendido inicial, emprendimos el viaje sin más inconvenientes.
Luego
de recorrer 25 kilómetros desde la ciudad de El Calafate en dirección al
Glaciar, llegamos al casco de la estancia Alice. Nos esperaban los guías con
unas camionetas 4x4 para iniciar el ascenso al Cerro Frías. Allí mismo nos
organizaron en grupos para los que hablaban en inglés o en español. Nuestro
chofer y guía era Tito, encargado de la Estancia que ocasionalmente recibía a
los turistas. La excursión que hice era la opción más descansada, pero también
la única que permite el ascenso hasta la cumbre del Cerro Frías, compartido
entre las estancias Alice y Cerro Buenos Aires.
Vista del Lago Argentino |
El día
estaba hermoso. Hacía calor y el sol brillaba con fuerza. Dejé la campera en el
hotel y bajé otra vez hasta el centro buscando un lugar donde almorzar. En el
camino me encontré con un acto oficial donde estaba entrando en funciones el
nuevo jefe de la policía local. Estaba presente el gobernador de Santa Cruz y,
en consecuencia, todos los medios de comunicación locales. Me quedé chusmeando
un poco y después me fui a comer a Viva la Pepa. Este es un pequeño restaurante cuya especialidad
son las crepes aunque también tienen sándwiches, ensaladas y pizzas
individuales de harina integral, todo muy rico, lindo y abundante. Yo elegí la
pizza y estaba exquisita. El local es muy lindo y es muy bueno el servicio. Los
precios son altos, como en todos lados.
Esa
tarde no volví a tomar ninguna excursión. Seguí caminando por la ciudad, aunque
la actividad comercial se paraliza después del mediodía y vuelve a arrancar
después de las cinco de la tarde, cuando empieza a retornar la gente de las
excursiones. Aproveché para comprar regalos para mi familia y revolver las
tiendas de artesanías. En Laguna Negra tomé un delicioso chocolate caliente con
torta de manzanas y compré más chocolates y dulce de calafate en Ovejitas de la
Patagonia y Chocolates del Turista. Cuando empezó a oscurecer, volví al hotel
para hacer la valija. A la mañana siguiente, empezaba el viaje de vuelta a
Buenos Aires.
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